Pensar en viajar a Bali me ponía un poco nerviosa. Por una lado la excitación y alegría y de un sitio que me apetecía conocer y por otro lado el rechazo a un lugar que, por lo que había oído, estaba lleno de turistas.
Sí, ya sé que todos somos turistas, o viajeros, pero los lugares con aglomeraciones me dan mucha pereza.
Dependiendo de a quién preguntara escuchaba unas cosas u otras sobre la isla. Grandes alabanzas o terribles quejas.
Yo sabía que mínimo iba a estar entre 7 y 10 días en Bali puesto que era allí donde iba a hacer la extensión de mi visado (que requiere de dosis de tiempo y paciencia), lo que me permitiría quedarme otro mes más en mi adorada Indonesia.
¿A dónde llevan las puertas de Bali?
Al llegar había reservado una habitación en un homestay en las afueras de Ubud. Lo había elegido porque había una foto del desayuno (incluido) que conquistó a mis ojos y estomago. Al llegar a Umah Nik Homestay (lugar que recomiendo con todas mis fuerzas), el dueño me guió por unas escaleras hasta una terraza con vistas a unos campos de arroz y lo que parecía el gallinero de la familia.
La puerta de mi habitación estaba ahí. Una de esas puertas balinesas, en madera, con los motivos en colores y los pomos en forma de aros metálicos. Era la primera puerta que abría Bali y, por alguna razón, supe que esa isla ya me había conquistado.
Resulta que Bali es una isla que se disfruta más sin prisa (como casi todo en la vida, en realidad). Es una isla para recorrer en moto y perderse entre sus estropeadas y mal comunicadas carreteras.
Las puertas de Bali llevan a templos donde se practican ritos balineses de colores. Llevan a rincones del espíritu que se pierden entre ofrendas, olores y sonidos.
Es una isla con escaleras que bajan al infinito o suben al cielo. Una isla donde las montañas, volcanes y cascadas salpican el verde paisaje.
Bali es una isla de campos de arroz. Una isla de personas entregadas en cuerpo y alma a su tierra. Campos que pintan un paisaje verde, el verde más brillante y hermoso que hay.
No es una isla de playas. Quien busque playas paradisiacas en Bali se ha equivocado de isla. Olvida las blancas arenas bañadas por aguas turquesas, aquí eso no pasa.
Aquí la playa es brava, es rocosa, tiene acantilado y fuertes oleajes. Las aguas que bañan Bali son indómitas.
Bali es esa isla de la que puedes esperar todo mientras no esperes nada de ella.
¿Has estado en Bali? ¿Qué es lo que más te gustó?
¿Te gustaría ir?
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