En un ritual balinés
Me llegan los olores mezclados de las flores, los inciensos y la carne podrida; los sonidos de cantos, platillos e instrumentos, adultos charlando y niños chillando. Percibo los colores de las guirnaldas, los banderines, los vestidos y los disfraces. Acabo de llegar a un ritual balinés y mis sentidos se han puesto en alerta para poder captar todos los detalles de lo que tengo ante mi.
Bali es conocida como la isla de los dioses, allí puedes tropezar con un templo en cada esquina. La vida diaria está impregnada por la religiosidad. Prácticamente todos los actos de la vida tienen y necesitan un ritual para pedir a los dioses. Además de las ofrendas diarias en forma de flores y, a veces, un poco de comida (que suele ser arroz).
Esta pequeña isla de Indonesia es la única en la que la religión principal es el hinduismo. Esta religión llegó desde la India hasta la isla de Java, dejando muestras como el Templo de Borobudur. Con la llegada del Islam a Java los hinduistas huyeron a la cercana isla de Bali. Aunque se trata de un hinduismo particular ya que mezcla el hinduismo con el animismo y también cuenta con algunos santos budistas.
Las puertas de Bali se abren para llevarte a un templo y, casi en cada templo, a una ceremonia.
Me alojaba en el Umah Nik Homestay (que te recomiendo encarecidamente si vas a Bali) y su propietario nos propuso a Álex, un amigo con el que viajaba, y a mi acudir a una ceremonia en su templo. Aceptamos, por supuesto.
Confieso que estaba deseando que algo así ocurriese, una invitación para poder ver una ceremonia balinesa. Al rato nuestro anfitrión volvió con ropa para que nos pudiésemos vestir de forma apropiada para la ocasión. No cabía en mi de gozo. Balinesa por unas horas.
Llegamos en moto al templo. Un templo de barrio, uno de los tantos que habíamos cruzado. Unas escaleras de piedra y un arco hecho con flores y banderines amarillos y blancos nos daban la bienvenida. Entramos.
Al principio no veía nada de tanto como había. Mirase donde mirase veía colores, gente, movimiento. Todo era como un cuadro o una película llena de detalles, de esos que necesitas mirar varias veces y que en cada momentos descubres algo nuevo. Estaba ahí pero aún no lo habías visto, no te habíais fijado.
En un ritual balinés hay varias cosas pasando a la vez. Hay gente charlando y tomando té mientras en otro lado unos niños representan una danza. Hay teatro por un lado y mujeres echando agua a una escultura por otro.
La música no para en ningún momento, aunque creo que hay ratos en los que nadie está escuchando ¿Cuántas veces habrán escuchado los mismos sonidos? ¿A cuántos ritos religiosos acuden cada semana estas personas?
Hay varias representaciones teatrales que cuentan historias y leyendas de los dioses. Me resultaban hipnóticas aunque no entendiese nada. Solo unos pocos estábamos atentos a lo que hacían esos hombres enmascarados. Seguían el ritmo de la música con sus manos, con sus pies y cantaban.
Al mismo tiempo, en otro lado, tiraban ramas a un montón y cantaban alrededor. Había gente que seguía tomando té. Charlaban. Y de repente, en un momento como otro cualquiera todo se calma y empiezan a repartir platos de comida. A nosotros también nos dan nuestro plato. Tras la comida la gente empieza a irse.
Imposible entender todo lo que ocurre en el ritual. Necesitaría muchas más ceremonias para captar todos los detalles y sus matices. La magia de Bali se guarda en sus templos, en su riqueza religiosa, en su fervor a lo divino. Eso sí lo pude entender.
¿Conoces otras tradiciones religiosas que nos puedas recomendar?
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