Isabella Bird fue una exploradora de época victoriana que vivió entre 1831-1904. Fue escritora, fotógrafa, naturalista y enfermera. Viajó sola por el mundo redactando múltiples libros sobre sus experiencias y fue la primera mujer en ser miembro de la Royal Geographical Society.
Isabella Bird, la primera mujer en la Royal Geographical Society
Hija del reverendo Edward Bird y Dora Lawson, su educación provino de sus padres: su padre era un aficionado botánico que instruyó a Isabella en la flora, y su madre enseñó a sus hijas una mezcla ecléctica de temas. Desde pequeña padeció un temor fibroso cercano a la espina dorsal y sufrió toda su vida jaquecas, insomnio y una gran depresión. Sus médicos le recomendaron una vida al aire libre y la familia decidió mudarse a Escocia. A los 18 años la operaron del tumor sin grandes resultados, por lo que tras la operación sus médicos le sugirieron realizar un viaje por mar.
En 1854 cruzó el océano y se fue a la isla del Príncipe Eduardo en Canadá, desde la que continuó su periplo hasta la ciudad de Nueva York. En su viaje encontró el alivio a sus problemas de salud. De las cartas enviadas a su hermana Henrietta nació su primer libro, The Englishwoman in America.
Aunque volvió a viajar por Norteamérica, la muerte de su padre y, posteriormente, de su madre, le sumieron en una depresión. Animada por su hermana, reemprendió sus viajes. En esta ocasión hacia Australia y Hawái. Y desde allí volvió a los EEUU, donde estuvo cabalgando por las Montañas Rocosas a lo largo de más de 1.200 kilómetros.
De vuelta en casa publicó varios libros sobre sus experiencias, tanto en Hawái como en las Rocosas, junto con una serie de artículos que la consagraron como escritora de libros de viajes. Además, gracias a la venta de sus libros, pudo continuar con su pasión viajera.
En 1878 se trasladó a Asia para recopilar información sobre Japón, pese a las numerosas restricciones que existían en la época, recorrió más de 4.500 kilómetros del país a lo largo de 7 meses. Sobre aquel viaje escribió el libro Japón inexplorado, una de sus mejores obras. Escribió: “Habiéndome sido indicado abandonar mi hogar para recuperar mi salud, decidí visitar Japón”.
Después de los 7 meses en Japón, quiso seguir viajando por otras regiones del continente asiático y puso rumbo a Hong Kong, Cantón, Malasia o Singapur. Desde allí, continuó su periplo por Egipto, desde donde se embarcó rumbo a Inglaterra, donde sus experiencias se convirtieron una vez más en éxito de ventas. Pero aquel feliz momento de su vida se vio empañado por la muerte de su hermana Henrietta a causa del tifus.
Sola, sin sus padres ni su hermana, Isabella Bird decidió aceptar una antigua proposición de matrimonio de su médico de cabecera, llamado John Bishop, quien también había cuidado de su hermana en sus últimos tiempos. Lamentablemente, enviudó cinco años después. Con la herencia que consiguió de este matrimonio estudió enfermería, casi con 60 años y queriendo hacer algo significativo por la memoria de su hermana y su marido, retomó su vida nómada como misionera y partió a India. En Cachemira fundó el John Bishop Memorial Hospital en conmemoración de su marido y otro centro asistencial en recuerdo de Henrietta.
Al año siguiente, se unió a un grupo de soldados británicos que viajaban entre Bagdad y Teherán. En 1891, viajó a través de Baluchistán a Persia y Armenia, explorando la fuente del río Karun. Más tarde ese año, de vuelta en Inglaterra, pronunció un discurso en una sala de comité de la Cámara de los Comunes sobre la persecución de los cristianos en Kurdistán. Estos lugares serían la esencia de su obra cumbre, Viajes por Persia y Kurdistán.
Su fama fue creciendo año a año, reedición tras reedición de sus exitosos libros. Isabella Bird se convirtió en una conferenciante y llegó a hablar incluso ante el Parlamento británico. Incluso llegó a ser recibida por la Reina Victoria. Por su prestigio como viajera, en 1891 fue la primera mujer en ser elegida miembro de la Royal Geographical Society.
Isabella Bird continuó viajando, aún le quedaba por explotar otra de sus pasiones: el incipiente arte de la fotografía. El siguiente destino fue de nuevo Japón, Manchuria y Corea. Uno de sus últimos libros fue una obra con instantáneas sobre Corea y China que se vendió con gran éxito.
Después de regresar y publicar otras exitosas obras, aún en 1900 organizó un viaje a Tánger y viajo entre los bereberes recorriendo el Atlas marroquí.
Pero cuando Isabella volvió a Londres, ya era una mujer que había sobrepasado los setenta y su cuerpo enfermo ya no aguantó mucho más. Enferma, pasó dos años postrada en su cama, lo que desde luego debió ser una terrible prueba para ella, hasta que murió el 7 de octubre de 1904.
Creo que lo más sobresaliente de Isabella Bird no fueron solo sus viajes y su coraje, sino que fue una de las primeras voces en criticar el colonialismo desde dentro. En los momentos que su vida corrió peligro ante gentes no acostumbradas a los extranjeros, como le pasó en Japón o en China, demostró su empatía y una pasmosa sangre fría. Luchó contra los convencionalismos sociales, contra el miedo y contra las enfermedades. Todo esto la convierte no solo en un referente de grandes mujeres viajeras, sino una de las más grandes viajeras de todos los tiempos más allá de su sexo.