Isabel Zendal ha sido nombrada por la OMS como la primera enfermera en misión internacional. Su participación en la expedición que llevó la vacuna de la viruela por los territorios españoles de ultramar la convirtieron en una pionera y una viajera con una importante misión.
Isabel Zendal, la primera enfermera en misión internacional
Isabel Zendal nació en 1773 en la aldea de A Agrela, a medio camino entre A Coruña y Santiago. Empujada por la precariedad de la vida en el campo, se marchó a la ciudad y pese a las barreras de clase y de género consiguió formarse como auxiliar de medicina y enfermería trabajando en el Hospital de A Coruña. Así llegó a ser rectora del Orfanato de la Caridad de A Coruña. Incluso se convirtió en madre soltera con 22 años de un niño llamado Benito, algo inaudito es aquella época.
Durante el siglo XVIII, la viruela fue una enfermedad muy extendida al punto causar la muerte de 400.000 personas al año y dejando ciegos a un tercio de los supervivientes, sin mencionar las cicatrices que dejaba por el cuerpo. Solo en Europa se llevó la vida de 60 millones de personas.
Por entonces el sistema de vacunas era una ciencia incipiente, y fue Edward Jenner, un médico inglés, el primero en hacer una trasvase de fluidos efectivo contra la viruela, fue en 1786 cuando inoculó la primera vacuna a un niño de 8 años que se recuperó de la enfermedad. Y aquello cambió el rumbo de la historia.
Seis años después de este descubrimiento, el por entonces Rey de España, Carlos IV, encarga y financia la Real Expedición Filantrópica con el objetivo de llevar la vacuna por los territorios españoles de América y Asia. El médico encargado de la expedición será Francisco Javier Balmis.
Isabel Zendal recibió el encargo de participar en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna mientras trabajaba en el Orfanato de A Coruña. Además, esto le dio un reconocimiento social, puesto que cobraría lo mismo que los enfermeros varones que también formaban parte de la expedición. Isabel dejó su puesto en el hospicio para hacerse cargo de los 22 niños huérfanos gallegos que llevaron la vacuna hasta América, de entre tres y nueve años, y de los 26 niños mexicanos que fueron a Filipinas.
¿Qué hacían estos niños huérfanos en la expedición? Lo cierto es que estos niños eran los portadores del virus, por aquel entonces la vacuna no podía mantenerse a una temperatura adecuada durante todo el trayecto transatlántico que debía realizar el barco, así estos niños se convirtieron en los receptáculos para transportar la vacuna. Se decidió inocular a los niños y llevarlos al viaje como recipientes vivos de la vacuna.
La vacuna debía ser llevada por niños que no hubieran pasado la viruela. Primero se pasaba el virus a una pareja de niños y cada 9 o 10 días, de las propias heridas que generaba el virus, se extraía una muestra y se pasaba a otra pareja de niños. Entre estos niños se encontraban su hijo Benito Vélez, de nueve años. Es decir, la vacuna se la pasaban de brazo en brazo. Isabel Zendal sería la encargada de asegurar la salud y el bienestar de estos preciados integrantes de la expedición.
Así, el 30 de noviembre de 1803, zarpó con 37 personas desde el puerto de La Coruña la expedición que llevaría la vacuna de la viruela a América en la corbeta María Pita.
El viaje les llevó a una primera parada en Tenerife para vacunar allí a diez niños y a través de ellos se expandió la vacuna por el resto de las islas Canarias. Desde allí siguieron a Puerto Rico y pasaron a Venezuela. En este punto la expedición se dividió en dos, un equipo que tomó rumbo al sur hasta el sur de Chile y otro, en el que viajó Isabel, que continuó su misión de vacunación por el Caribe y Centroamérica.
Fueron establecieron varias Juntas de Vacuna, organismos que se encargaban de velar por la frescura y distribución de la vacuna, así como de la captación de los niños que debían ser inoculados. La labor de la expedición no era solo vacunar, sino enseñar a otros médicos y enfermeros cómo conservar el virus y vacunar a más personas.
Desde el puerto de Acapulco parten hacia Manila, con 26 niños mexicanos. Llegaron el 15 de abril de 1805. En agosto de ese año ya habían conseguido vacunar a más de 9.000 personas a pesar de las reticencias de las autoridades locales.
En 1807, cuando la expedición regresó desde los territorios asiáticos a México, Isabel se estableció en Puebla con su hijo y ya no volvieron a España. Allí fundó una escuela de enfermería que sigue funcionando hoy en día. Aunque poco más se sabe de sus últimos años de vida.
El total de niños que se usaron en esa cadena humana para llevar la cura de la viruela por los territorios españoles se desconoce. De hecho, aunque la actividad de Isabel en la Expedición duró 4 años, la Real Expedición Filantrópica estuvo vacunando a gente contra la viruela durante 10 años en campañas por todo el continente americano.
En 1950 la OMS reconoció la labor de Isabel Zendal y la nombró la primera enfermera en misión internacional. Años después, en 1980, también la OMS declaró al planeta tierra como libre de viruela. Aquella labor que empezó con la Real Expedición filantrópica de la vacua culminaba siglos después con la erradicación total de la enfermedad en nuestro planeta.